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Una medalla, una amistad de medio siglo y dos familias unidas por los Juegos Olímpicos

 

Moisés y Francisco coincidieron en la Ciudad de México durante la época de los Juegos Olímpicos México ’68, mientras Mendoza Estrella fue voluntario en las competencias de gimnasia, Mouet del Castillo brindó apoyo en diferentes áreas de la organización.

 

Tiempo después, ya en Hermosillo, sus vidas laborales los volvieron a poner en el camino para hacer más fuerte su amistad, sin embargo, el 26 de abril de 2018, Francisco falleció, pocas semanas después, Moisés buscó a Tere, hija de Mouet del Castillo, y le regaló una medalla que le había sido entregada por su labor como voluntario durante los JJOO México ’68.

 

Ese detalle fue como una forma de honrar la amistad y demostrar el cariño que Moisés tenía por Francisco, un lazo fraternal que perdurará y unirá para siempre a las familias de los dos, pese a que Mendoza Estrella “alcanzaría en la otra vida” a su gran amigo, al fallecer el 27 de julio de 2018.

 

Los Juegos Olímpicos Tokio 2020 fueron diferentes para ambas familias, si antes este evento era un motivo más para recordar esos viejos tiempos vividos medio siglo atrás y reunirse para escribir nuevas historias, como cada cuatro años… en esta ocasión, con la celebración de la cita olímpica que concluye este 8 de agosto de 2021, esa medalla olímpica cobra un mayor valor para recordar la amistad entre Moisés y Francisco.

 

Campeón nacional de gimnasia

 

Moisés Mendoza Estrella, como deportista en su época competitiva, fue campeón nacional de gimnasia en 1966, en un certamen realizado en Monterrey, y un año después comenzó a estudiar en la Escuela Nacional de Educación Física en la Ciudad de México, en donde coincidió con otros sonorenses, entre ellos Francisco Mouet.

 

“Era un deportista natural, desafortunadamente no recibieron el apoyo de las autoridades como para poder contar con el fogueo ni con los entrenamientos que les hubieran dado la oportunidad de llegar a unos Juegos Olímpicos”, platicó su hijo Moisés Mendoza Contreras.

 

Sin embargo, ya como estudiante, y con 20 años de edad recién cumplidos, se le abrió la posibilidad de participar en los Juegos Olímpicos México 1968 como parte del personal de apoyo en las competencias de gimnasia y en las ceremonias de inauguración y clausura.

 

“Él estuvo encargado de los tableros de la competencia de gimnasia, específicamente, él ponía los ‘numeritos’ de las calificaciones de anillos, que como gimnasta fue el aparato en el que más destacó, y que además es de los más difíciles.

 

“Le tocó ver a todos los gimnastas que participaron, recordaba lo imponentes que se veían los soviéticos, decía que parecían estatuas, le impresionó mucho verlos competir y bromeaba mucho porque en sus uniformes estaban las letras CCCP (URSS en ruso) y decía que significaba ‘cucurrucucú, paloma’, como la canción”, recordó entre risas.

 

Entre los acontecimientos más destacados que atestiguó, relató Mendoza Contreras, a su papá le tocó ver la manifestación del “Black Power” que mostraron los atletas estadounidenses Tommy Smith y John Carlos, cuando levantaron sus puños en la premiación de los 200 metros.

 

“Cuando me platicaba de eso, me decía que en el momento la gente que estaba en el estadio no le dio mucha importancia a la manifestación, quizá porque no lo entendía, pero ya al ver que hasta expulsaron a los atletas de los Juegos Olímpicos fue que se dieron cuenta de la trascendencia que hasta hoy tuvo ese momento”, agregó.

 

Ese gusto por los Juegos Olímpicos creó un vínculo muy fuerte entre padre e hijo, quienes no se perdían todas las citas olímpicas desde la edición Los Ángeles 1984, aunque por diferentes razones no pudieron ver juntos Río 2016.

 

“Tengo presente la presente la primera televisión a color que compró mi papá, ahí vimos los Olímpicos de 1984, desde entonces cada Juegos Olímpicos vi con él grandes momentos, como la plata de Ana Guevara, el oro de Soraya Jiménez. Era un momento muy importante”, Mendoza Contreras guardó silencio unos segundos, pausó, tomó aire y continuó.

 

“Como padre e hijo, el saber que estuvo como parte de la organización de México ’68, me hace sentir un gran orgullo, por eso cada Juegos Olímpicos recuerdo, ‘ahí estuvo el viejo’, era muy bonito ver juntos todas las competencias, discutíamos sanamente, nos reíamos y se le llenaban los ojos de lágrimas cuando platicaba sus recuerdos, se volvió una gran tradición ver los Juegos”, reflexionó con la voz entrecortada.

 

Al finalizar Mendoza Estrella su actuación en los Juegos Olímpicos México ’68, relató su hijo, a todos los que participaron activamente en su celebración el Comité Organizador les entregó una medalla conmemorativa como reconocimiento por su labor como voluntarios.

 

“Entre todas las medallas que mi papá ganó de sus competencias de gimnasia, tenía esta medalla, que tenía grabada la imagen de todas las disciplinas que se desarrollaron en los Juegos Olímpicos y la tipografía que todos conocemos que decía ‘México ‘68’.

 

“Cuando fallece mi papá (27 julio de 2018), viendo entre sus cosas, me doy cuenta que faltaba esa medalla. De casualidad, a los dos o tres días, Tere, hija del ‘profe’ Mouet, publicó en Facebook la foto de la medalla que mi papá le obsequió. ¡Así de grande era el aprecio de mi papá a la amistad que tenía por el ‘profe’!”, aseguró Mendoza Contreras.

 

Marcado por el olimpismo

 

Tere Moueth Cabrera relató que su padre, Francisco, desde su niñez y adolescencia siempre mostró el interés por todos los deportes, principalmente el beisbol, que practicaría a nivel amateur y profesional con el paso de los años.

 

Su gusto mucho tuvo que ver por la gran influencia de dos familiares directos: Óscar Bonfiglio, quien fue portero de la Selección Mexicana de futbol en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928, y posteriormente en la Copa del Mundo Uruguay 1930, y también de un tío, Emilio Mendoza Mouet, quien destacó en atletismo, específicamente en lanzamiento de jabalina.

 

“Durante la época de los Juegos Olímpicos de México 1968, mi papá era un adolescente, y pidió ir a la Ciudad de México para estar cerca del evento, para ver las competencias y ver la posibilidad de ser un voluntario.

 

“Cuando platicaba de esa experiencia, nos dábamos cuenta que esos Juegos Olímpicos le marcaron su vida, pienso que fue lo que lo impulsó a seguir ligado al deporte y entregarle todo, a pesar que por una lesión no pudo llegar más lejos, se preparó para ser un entrenador y enaltecer el nombre de México.

 

“Él quería ver que el beisbol estuviera de forma permanente en Juegos Olímpicos, ahora que volvió a jugarse (en Tokio 2020) desafortunadamente no le tocó vivir este proceso, porque se nos fue en el viaje antes. El olimpismo lo marcó, siempre mostró mucho interés en todos los deportes, como el box y atletismo”, añadió.

 

Con el deporte como un gusto común, explicó, la amistad de su padre con Moisés Mendoza Estrella “fue única” y estuvo marcada por su experiencia olímpica (en México ’68), para luego, por azares del destino, coincidir en Hermosillo.

 

“El primer punto de contacto en Hermosillo fue en el IMSS, donde entonces tenían actividades deportivas, ahí mi papá me llevó a gimnasia y las clases las daba el profesor Moisés. Es ahí donde se reencuentran y luego coincidieron en los mismos trabajos y la amistad se hizo mucho más fuerte”, rememoró.

 

La amistad sufrió un duro momento con el fallecimiento de Francisco, pero el lazo que aún existía llevó  la relación a otro nivel, cuando el “profe” Moisés contactó a Tere en una carrera de la Universidad Kino, donde pudo platicar con ella.

 

“Recuerdo que me dijo que me quería hacer un regalo especial a mí y a mi esposo (Jorge Camacho, entrenador de selecciones sonorenses de triatlón), y a la familia Mouet. Me dijo que lo sabríamos valorar, porque era una parte de él y de mi papá de algo que habían vivido juntos.

 

“En ese momento yo no me esperaba qué era, y nos citó a mi esposo y a mí en el pista de La Milla de la Universidad de Sonora, y es ahí donde nos entrega la medalla. ¡Fue algo muy impactante, por el valor que tiene! Me explicó que quería que yo lo guardara por la unión que tuvo con mi padre, por la pasión por México, el deporte y el olimpismo”, citó.

 

Durante la plática que tuvieron en la pista de La Milla, prosiguió, Mendoza Estrella le externó su deseo de que la familia de Francisco mantuviera su acercamiento con el deporte y que esto fuera representado por esa medalla, para motivarlos a continuar con sus trayectorias, como psicóloga deportiva (Tere), entrenador (Jorge Camacho), y con su nieto, David Valdez Mouet, en tiro deportivo.

 

Por estos argumentos, señaló, decidió conservar la medalla que guarda en su casa y está a la vista para recordarle el valor de la amistad entre su padre y Moisés, y como una forma de honrar ambos por su legado en el deporte de Sonora y de México.

 

“Gracias al deporte y a dos hombres de buenos sentimientos que siempre quisieron el bien para México, nuestras familias van a seguir unidas por siempre, buscando cada uno lo mejor para nuestro estado y país.

 

“Cuando se juntaban a tomar su café hablaban de sus experiencias en los Juegos Olímpicos, del deporte, de ver a los deportistas mexicanos destacar a nivel mundial. Yo creo que lo que más voy a recordar siempre es ese lazo de amistad que nació gracias al olimpismo”, concluyó.

 

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