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Mexicano siente impotencia y coraje por los crímenes de guerra rusos contra población ucraniana

KYIV, Ucrania (José Luis Sibaja, enviado GRADA NORTE).- Si bien Antonio Emmanuel Quesada Ramírez es mexicano de nacimiento y apenas tiene siete años de vivir en Ucrania, dice sentir el mismo coraje que los ucranianos por los crímenes de guerra cometidos por el ejército ruso a partir de la invasión al país hace año y medio.

El veracruzano de 30 años de edad, y desde 2016 con residencia en Kyiv, Ucrania, ha experimentado la crudeza de la guerra que inició con la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania el 24 de febrero de 2022.

Durante el poco más de 18 meses de iniciado el conflicto bélico, el mexicano nunca ha salido de Ucrania, pese al peligro que en algún momento llegó a experimentar, cuando el ejército ruso llegó a escasos kilómetros de la capital ucraniana, Kyiv, por el norte de la ciudad, zona en la que entonces vivía.

El mexicano, que llegó a Ucrania hace siete años con el propósito de estudiar música, y específicamente violín, narró que, junto con su esposa, en febrero de 2022, decidieron mudarse a un pueblo cercano a la frontera con Polonia y Bielorrusia, apenas comenzaron los ataques rusos alrededor de Kyiv.

“Fue un día bastante extraño, en México todo el mundo tiene televisión en su casa y todo el mundo ve las noticias. En Ucrania no es tanto así, hay mucha gente que no la ve y que tiene su punto de información el internet y las redes sociales. Nosotros nos enteramos con una llamada.

“(Al iniciar la invasión) había un caos en la calle, estaban activadas las sirenas, gente por todos lados con maleta, mucha gente yendo a las centrales de autobuses y de trenes, y muchas colas para los cajeros, estuve haciendo cola como por dos horas y cuando pude sacar dinero, los bloquearon, no se podía sacar más que cinco mil grivnas (actualmente alrededor de mil 500 pesos)”, relató.

En su salida de Kyiv, en medio de largas filas de autos, en el norte se toparon con soldados y tanques rusos, simultáneamente, dijo, volaban sobre ellos aviones de guerra y a lo lejos se escuchaban explosiones, fue ahí cuando llegaron a experimentar miedo por los sucesos y la incertidumbre.

Al estar finalmente lejos de Kyiv estuvieron en un lugar seguro, pero él y su esposa decidieron regresar a Kyiv en mayo de 2022, cuando los rusos ya habían abandonado la región de la capital ucraniana, aunque a su paso dejaron destrucción y crímenes de lesa humanidad en las ciudades aledañas al norte, como Irpin y Bucha.

Del miedo a la impotencia

Si bien, en algún momento sintió miedo por los acontecimientos y la experiencia de ver de frente la guerra, Antonio reconoció que al enterarse de los crímenes de guerra causados por el ejército ruso en su paso por las inmediaciones de Kyiv, no sintió precisamente dolor, sino ira.

“Dolor, no. Yo creo que mucha gente en Ucrania lo va a decir, es ira, es enojo, es impotencia. Al menos a mí, todos esos sentimientos negativos (los experimentó) como tratando de encontrar una lógica a estas decisiones, a que se haya hecho esto.

“También el enojo era porque, yo viendo todo esto y en Latinoamérica diciendo que lo que pasó en Bucha e Irpin fue una recreación de los medios de comunicación, eso me daba mucho coraje, haciendo caso a la propaganda rusa, haciendo menos los hechos, cuando vas caminando y dices, mira, aquí vivía gente pacífica”, reclamó.

Con el tiempo, la resistencia ucraniana se ha mantenido firme y con la contraofensiva comenzada en junio, señaló, una gran parte de los habitantes del país, sobre todo los jóvenes, se han unido y la sociedad ha cambiado para respaldar a las fuerzas armadas en su lucha por expulsar a los rusos.

“Realmente aquí sí hay algo que defender. Hay una mentalidad que defender. Hay un país que defender. La gente defiende su propia libertad de escoger ser el país que quieren ser”, argumentó.

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