¿Mujeres haciendo deporte? ¡Por favor!
Si bien es cierto en los Juegos Antiguos tampoco estaban consideradas, la lógica nos podría hacer pensar, por un micro segundo, que dentro de sus ideas democráticas, y quizá muy idealistas, en las que hablaba de reunir a deportistas de diferentes países sin importar su origen, pues las mujeres estarían consideradas pero… No, de ninguna manera y bajo ningún esquema.
Para este revolucionario hombre cuyo destino familiar era la milicia, al que se resistió, la presencia de mujeres en los Juegos Olímpicos, en las listas de competidoras, corriendo, saltando, jugando tenis y demás, no solo era inaceptable, sino que para él, resultaba una imagen intolerable.
La primera edición de los Juegos de la Era Moderna fue inaugurada un 6 de abril de 1896 en el remodelado Estadio Panathinaikó al que, por cierto, un poderoso empresario griego, Giorgios Averoff, le había invertido un millón de dracmas (antigua moneda griega) porque tanto él como el Príncipe Constantino veladamente, o quizá con toda la intención, tenían la idea de que esos Juegos se realizaran siempre ahí, y es que la propuesta original del Barón de Coubertin era que, obviamente, renacieran en París, Francia, le había costado tanto que aceptaran su propuesta los intelectuales de la Sorbona que…
Como sea, las mujeres estaban excluidas, porque para el Barón su lugar era como portadoras de los obsequios con los que se reconocería a los competidores. ¿Qué tan obcecado pensamiento tenía sobre el tema que en algún momento declaró que “el deporte femenino no es práctico, ni interesante, ni estético, además de incorrecto”? Se oponía a que se hiciera distinción por el origen de los competidores, pero era irracionalmente claro con la exclusión por género.
Si en aquél momento ninguna mujer hubiera estado practicando ningún deporte, tal vez, y aun así, su postura se justificaría, pero resulta que para 1896 ya se habían jugado, al menos 12 finales de singles femenil en el Torneo de Tenis más antiguo del mundo, el de Wimbledon, lo que le daba aún menos fuerza a su postura puesto que gran parte de las bases de sus ideas y nuevos proyectos deportivos los había importado justamente de Inglaterra a Francia, después de haber conocido al pastor anglicano Thomas Arnold y su ideología de “cristianismo muscular”, y desde mediados del Siglo XIX, también en Inglaterra, en Londres, valientes mujeres salían a la calle montando bicicletas, enfrentando agresiones, insultos y obscenidades.
Pero sí, ese francés que revolucionaría la forma de ver y vivir el deporte, definitivamente es un hombre adelantado a su tiempo pero muy firme con algunas ideas… de su tiempo.
Nos maravillamos hoy con nombres como Nadia Comaneci, Steffi Graff, Katie Ledecky, María del Rosario Espinosa y muchas más, pero para que ellas pudieran estar en ese escenario, competir, y recibir sus medallas, hubo que librar otras batallas y sin duda estos días nos dan el pretexto para repasar algunas.
Marzo 8, Día Internacional de la Mujer.
Betty Vázquez es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM, con experiencia en Periodismo Deportivo por más de 20 años y coberturas en Juegos Olímpicos, Paralímpicos, Mundiales, Panamericanos y Centroamericanos.