Columna

Un escaparate de leyendas

Gracias a esas magnas citas balompédicas, y aún sin la distribución mediática de contenidos de nuestros días, el mundo supo de la agilidad de “La araña negra” Lev Yashin, quedó encandilado con los regates inigualables de Garrincha, o se impactó con la potencia física de Eusebio Da Silva.

Aunque el Ajax ya era un emblema de la revolución futbolística que causó Rinus Michels, necesitó del Mundial de 1974, para introducir a gran Johan Cruyff en el olimpo de los grandes, y eso que su Holanda perdió aquella final ante la Alemania de otra leyenda como Franz Beckenbauer, quien enseñó que las máquinas además de efectivas también podían ser elegantes.

Eso sí, ningún genio como Maradona aprovechó la mega fiesta del futbol para llevar a la gloria a un equipo tan mediano como aquella Argentina de 1986; sus goles ante los ingleses son el perfecto retrato de su ser, fascinante e incongruente. Diego es un mito tan grande, que ni sus constantes exabruptos extra cancha minimizan su grandeza.

Y no hay duda. Gracias a la Copa del Mundo, Pelé se doctoró como el más grande de la historia sin haber militado nunca en un club europeo, lo que hoy es impensable.

La estadística asegura que Pelé ganó tres Mundiales (1958, 1962 y 1970), aunque en Chile, Brasil fue campeón casi sin la ayuda del 10, que salió lesionado en los primeros días. El del Santos siempre estuvo rodeado de grandes futbolistas, y pese a ello, siempre lució como el mejor de todos.

Seguramente Alfredo Di Stéfano, un gigante del Real Madrid y del futbol europeo, hubiera podido aspirar a ser aún más reconocido si hubiera participado en un Mundial, lo que no pudo lograr ni cuando estuvo inscrito con España en Chile 1962.

Los tiempos han cambiado, no hay duda. Ya no se tiene que esperar cuatro años para gozar de la crema y nata de este maravilloso deporte. Cada fin de semana en TV e internet cualquiera puede disfrutar de Messi, Cristiano o Neymar, o hasta seguirle la huella a los cracks que se vislumbran en el panorama, se apelliden Mbape, Dele Ali, Sane, Goretka o Lozano; hay una Champions que distribuye partidos entre los mejores futbolistas a todos los rincones del planeta y la cotización de los astros ya no depende de poner su rostro en el álbum Panini de la Copa del Mundo y sino, que pregunten por el galés Gareth Bale, que le costó más de 100 millones de euros al Real Madrid sin pasar por el tradicional escaparate.

De todos modos el Mundial sigue siendo el torneo más importante y Rusia 2018 puede marcar el rumbo de los grandes astros de la actualidad. Es evidente que Messi, que vivirá su cuarto Mundial, tiene poco que demostrar, pero igual se le exige que alce la copa para ratificarle entre los más grandes; Cristiano, después de su penoso desempeño en Brasil 2014 deberá brillar si quiere retener el balón de oro y Neymar, al que una lesión apartó del evento en la recta final de la pasada edición, puede irrumpir definitivamente en el debate sí conduce a Brasil a un nuevo campeonato.

Rusia 2018 quiere verles en su máxima expresión; todos les disfrutaremos si eso sucede.

 

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