El juego estaba programado a las 10:07 horas, tiempo de Sonora, pero desde dos horas antes el centro de Toronto ya estaba inundado de aficionados vestidos de azul caminando por todas las calles con destino al inmueble ubicado a un costado de la emblemática “CN Tower”.

Niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, vestían franelas, camisetas y gorras azules; cruzaban las calles en numerosos grupos y quienes parecían turistas, se detenían para tomarse fotografías entre las calles de altos edificios de cristal.

En las inmediaciones, los carritos de “hot dogs” vendían sus seis variedades de salchichas asadas, entre ellas las versiones condimentadas italiana y polaca, con precios de entre 3.50 y 5 dólares canadienses, equivalentes a entre 43 y 62 pesos aproximadamente.

En las múltiples taquillas varias filas de personas esperaban pacientemente comprar sus boletos, entre ellos, muchas familias con niños pequeños uniformados con los jerseys azules de los Azulejos; mientras algunos pocos revendedores ofrecían boletos, el más barato de 20 dólares, cuyo precio original era de 18.

En el andar de la gente en las calles alrededor del parque de los Azulejos, y en las tiendas de artículos oficiales, estaba claro que los peloteros favoritos de los aficionados eran Josh Donaldson, Edwin Encarnación y José Bautista, la mayoría de los jerseys tenían bordados sus nombres.

Dentro del estadio los aficionados pintaron de azul las gradas, respondían con aplausos los lances defensivos y celebraron ruidosamente los dos cuadrangulares que definieron el marcador final.

Después de dos horas y media de juego, los aficionados abandonaron el estadio con la sonrisa en sus rostros, el triunfo de los Azulejos convirtió un domingo familiar en un entretenido espectáculo deportivo que finalizó casi al mismo tiempo que el calor desapareció y el cielo se nubló para dejar caer las primeras lluvias de la tarde.{fcomment}