Columna

Transición y deporte sonorense

 

Es una constante que el deporte no es un tema que se mencione recurrentemente en el ámbito político, a no ser que se utilice como herramienta proselitista o como una vitrina de exposición mediática temporal para beneficio de un candidato o funcionario.

El deporte es mucho más que el recurrente discurso de combatir problemas sociales, va más allá de la creación de espacios y de creer de forma errónea que se trata únicamente de la práctica a niveles de alto rendimiento.

En temas de salud, el deporte es una vía para combatir el sobrepeso y sedentarismo en la población infantil.

La obesidad es un tema de salud pública, que representa un potencial gasto público en el tema de seguridad social en el tratamiento de aquélla población que padezca enfermedades como diabetes, hipertensión, problemas cardiovasculares, entre otros males.

En la lucha contra el sobrepeso, no sólo de los menores de edad sino de un alto porcentaje de la población sonorense, deben involucrarse las diferencias dependencias (secretarías de Salud, Educación y Cultura) para elaborar y desarrollar programas deportivos que lleguen a las escuelas, a los trabajos y a los centros comunitarios.

En lo social, como hemos escuchado en múltiples ocasiones, el deporte sirve como un medio para alejar a los niños y jóvenes de las adicciones y problemas de delincuencia, por ello, también en este sentido deben ponerse en práctica programas de activación física, pero también de fomento de valores tan necesarios en estos días de alarmante descomposición social.

Se debe reconocer el buen intento de la saliente administración municipal hermosillense de crear los Centros de Apoyo de Formación de Valores (CAFV), los cuales, además de fomentar la práctica deportiva, también realizaban una importante labor social con niños y jóvenes en diferentes puntos de Hermosillo.

Pero independientemente de que se le dé continuidad a esta iniciativa, se desarrollen otros proyectos o se haga una mezcla de ideas para crear programas enfocados al deporte popular, también sería conveniente hacer estudios de los índices de criminalidad en las zonas con mayor problemática en este rubro.

Esto arrojaría parámetros que con cierta periodicidad se podrían evaluar para comprobar si los programas deportivos efectivamente han ayudado a combatir la inseguridad en las zonas, colonias o municipios más conflictivos.

Ciertamente en los últimos años se crearon y rehabilitaron múltiples espacios deportivos, pero el deporte no solo se trata de construir y remodelar inmuebles, también de encontrar las vías para que la sociedad las aproveche para su beneficio.

El deporte tiene que ser incluyente, debe llegar por igual a personas con capacidades diferentes, a adultos mayores, a hombres y mujeres, a los niños y a los grupos étnicos, por todos los beneficios ya mencionados.

En el tema de alto rendimiento hay mucho por hacer, si tomamos como parámetro los resultados de la Olimpiada Nacional, Sonora perdió protagonismo en los tres últimos años de la administración estatal saliente.

En los primeros tres años del sexenio de Guillermo Padrés, los deportistas sonorenses ganaron 91 medallas de oro en la Olimpiada Nacional de 2010; 100, en 2011; y 95 en 2012, inercia positiva que ya venía desde 2003.

Pero en las ediciones 2013, 2014 y 2015 la entidad cosechó 54, 64 y 55 preseas áureas respectivamente, de acuerdo a ello, podría deducirse que los próximos tres años, por dicha inercia, el número de metales dorados en Olimpiada Nacional (si es que no desaparece antes este programa) difícilmente llegarían a las ochenta medallas de oro.

Vienen nuevos retos para el deporte en Sonora en los próximos años y ojalá que el tema sea tomado con seriedad por los gobiernos entrantes, tanto por los municipales como a nivel estatal.

 

Twitter: @jlsibaja

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