¡Soraya Jiménez, medalla de oro!
Esa cobertura fue una experiencia inolvidable en todos los aspectos, tengo infinidad de recuerdos del viaje, la ciudad, sus calles, la comida, las competencias… vaya, ¡las competencias!
Imagínate si no serán inolvidables para mí que me tocó, casi en primera fila, ver cómo Soraya Jiménez Mendívil se convertía, a sus 23 años, en la primera campeona olímpica de México en un deporte que, justo en esos Juegos, hizo su debut en la rama femenil: Levantamiento de Pesas o Halterofilia.
Soraya era una mujer reservada, pero disciplinada, cuando sonreía parecía querer darle tiempo a esa sonrisa, pero cuando reía, lo hacía con ganas. Era una mujer de estatura media, no era bajita, tampoco alta, era fuerte, no sólo físicamente, y a pesar de que al principio su elección por las pesas no hizo muy felices a sus padres, don José Luis y doña Lolita, no tuvieron más que ceder ante la firmeza de su hija y siempre la apoyaron, en todo momento.
Soraya viajó a Sydney como la tercera mejor de América, la rama habia también aparecido por primera vez en los Juegos Panamericanos en Winnipeg el año previo, y ahí Soraya había sido superada por las canadienses Maryse Turcotte y Nancy Niro, pero ya en los Olímpicos las fuertes eran las asiáticas, aunque una de las mejores no pudo estar en la categoría de Soraya, los 58 kilogramos, por la limitante de competidoras por país, me refiero a la china Chen Yanqing, campeona mundial y poseedora del récord del mundo, así que en su ausencia otra asiática era la favorita, Ri Song-hui de Corea del Norte, quien no tenía a la mexicana en el radar.
Recuerdo perfectamente el escenario, el Centro de Convenciones y Exhibiciones de Sydney, no estaba lleno, pero había una muy buena cantidad de espectadores. Yo estaba sentada muy cerca de doña Lolita que estaba nerviosa y no perdía detalle. A la izquierda de ella estaban una tía de Soraya, hermana de su mamá, su hermana gemela Magaly y una amiga de la familia, si la memoria no me falla.
Cuando Soraya salió a ejecutar su primer levantamiento, en el arranque, Ri ya tenía una ventaja de cinco kilogramos, todos espectantes para el segundo intento de la coreana, los segundo avanzaban y… a Ri le ganó el reloj, “No lift!” Retiró las manos de la barra que ni siquiera pudo despegar de la tarima y se regresó al área de competidoras. Entre que los coreanos dijeron que quien controlaba la salida de las competidoras la detuvo y entre que el equipo coreano se confundió con el tiempo, la verdad es que ese levantamiento le dio a Soraya una oportunidad que aprovechó con creces.
Entonces había que plantear, con su entrenador, el búlgaro Georgi Koev, la estrategia del oro y vaya que lo hicieron. El último levantamiento de Soraya en el envión, para cerrar, de hecho, la competencia, fue con un peso de 15 kilogramos más que su mejor levantamiento de la temporada anterior, eso era un aumento muy arriesgado, pero no había otro momento para arriesgar, era ese momento.
De reojo yo observaba las manos de doña Lolita, su mirada fija en la tarima. La competencia se transmitía en vivo hasta México en Radio ACIR, Jorge Pietrasanta era el que llevaba la narración, y yo escuchaba al productor, Víctor Limón: “¡lo va hacer, lo va ha hacer! ¡atenta!, si gana nos vamos con entrevista”, no sé el corazón de quién latía mas fuerte en ese momento-
Soraya tomó la barra después de su acostumbrado grito, acomodó sus manos, plantó sus pies y… creo que en esos segundos nuestros corazones se paralizaron. Un ligero titubeo casi nos mata, pero se concentró, apretó y… “¡GOOD LIFT!!”, levantamiento efectivo, luces blancas, y medalla de oro!
Soraya soltó la barra y brincó casi lo que mide, Georgi se acercó y se fundieron en un abrazo que conmovió a todos, abrazo de horas y horas de entrenamiento, de competencias, de lesiones, de viajes, de sacrificar familia, amigos, de concentraciones… y ahí estaba, Soraya Jiménez, la primera mexicana campeona olímpica y lo hacía en un deporte que por primera vez tenía mujeres, levantamiento de pesas.
La jornada cerraba con esa competencia, así que la entrevista no se pudo hacer, todo se tenia que organizar rápido para la ceremonia de premiación, rápidamente colocaron el podio y Soraya Jiménez, con un uniforme que le quedaba un poco grande, y que llenó con el resultado, subió, recibió la medalla, la observó, y cuando las notas del Himno Nacional Mexicano se escucharon, confieso, Soraya y su familia no fueron las únicas en llorar.
Siguieron más competencia, lesiones, algunos capítulos controvertidos, pero la realidad es que ella fue, aquel 18 de septiembre del 2000, la primera mexicana en recibir medalla de oro en Juegos Olímpicos y se convirtió en el enorme pivote que animó a muchas mexicanas a practicar ese deporte. Después de ella dos medallas más se han sumado a la lista de Olímpicas, la de Damaris Aguirre en Beijing 2008 y la de Luz Mercedes Acosta en Londres 2012, bronce ambas, ambas entregadas años después por reanálisis de dopaje.
Las lesiones y varios problemas de salud afectaron a Soraya quien siempre enfrentó todo con fortaleza, pero a los 35 años de edad falleció, pero siempre la recordamos.
Marzo 8, Día Internacional de la Mujer.
Betty Vázquez es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM, con experiencia en Periodismo Deportivo por más de 20 años y coberturas en Juegos Olímpicos, Paralímpicos, Mundiales, Panamericanos y Centroamericanos.