Las calles vacías de la Ciudad de México, por ser día feriado, permitieron que miles de seguidores mexicanos, y muchos estadounidenses, caminaran por las céntricas rúas con sus jerseys multicolores, de números de gran tamaño y con los escudos en las mangas, el clima agradable a fresco y el cielo despejado lo  permitían.

No importaba que los protagonistas del primer lunes por la noche de la NFL fueran Raiders de Oakland y Texanos de Houston, el festejo de tener ver al Estadio Azteca convertido en emparrillado era suficiente para que los aficionados al futbol americano se unieran a la celebración.

Sobre Paseo de la Reforma, el Ángel de la Independencia era el punto de reunión de muchos aficionados que aprovecharon para retratarse en grupo o con “selfies” que de inmediato se veía que subían a sus redes sociales.

A la altura de la primera sección de Chapultepec, antes del Auditorio Nacional, estaban en exhibición los cascos de los 32 equipos de la NFL con diseños alternativos con toque mexicano. Niños con jerseys de sus equipos favoritos se metían en el interior del enorme casco, sonreían y se dejaban fotografiar.

En los alrededores del Estadio Azteca la “Nación Raider” daba muestras del porqué son los “malosos de la NFL”, disfraces de monstruos, rostros rudos pintados de negro y plata, con barbas crecidas y miradas penetrantes, era la forma de asumir el rol o el personaje de “tipos malos”.

Los aficionados de texanos, con menos años de tradición, pero con la misma identidad por sus colores, también daban espectáculo, máscaras de luchadores con los “cuernos con la estrella al centro”, o sombreros  mexicanos pintados de azul, blanco y rojo; u ondeando sus grandes banderas “texanas”.

Fueron finalmente 76  mil 473 los aficionados que llenaron el Estadio Azteca, y no, no fue un juego más de NFL, fue el primero en la historia de lunes por la noche fuera de Estados Unidos.