Columna

Nely, y esa sonrisa que no la apaga nada

 

No tengo muy clara la fecha, pero fue antes de los Juegos Paralímpicos de Beijing 2008, así que supongo que debió haber sido o ese año, o en el 2007… quizá antes de los Juegos Parapanamericanos de Río, incluso.

 

Un amigo y colega que vive en Veracruz me había contado de ella, y ahí estaba, como siempre ha estado cada vez que he tenido la oportunidad de verla y platicar algunos minutos con ella, con luz en los ojos y sonriente.

 

Años antes Nely había trabajado un tiempo en Televisa Veracruz en un programa infantil, trabajó también en un banco, donde una de las exigencias era utilizar tacones. Un día le pidieron unos documentos que se encontraban en un área a la que se llegaba subiendo escaleras de caracol y no era un folder, eran varios, varios documentos.

 

Nely bajaba esa peligrosa escalera con un montón de papeles y con tacones, uno se atoró y rodó, su cuerpo se enredó y la columna colapsó. De esa caída la joven empleada del banco, de 28 años de edad, casada y con un pequeño de entonces cuatro años, despertó varias semanas después en el hospital, había estado en coma y su cuerpo jamás volvería a ser el mismo… ella jamás volvería a ser la misma…

 

Perdió sensibilidad, sus extremidades perdieron movilidad, el daño en la columna la había dejado cuadrapléjica, el proceso no fue fácil, en ningún sentido, no era sólo aceptar que para moverse necesitaría el resto de su vida una silla de ruedas, sino que era también un cambio mental, emocional, de comunicación, de interacción, empezando por ella, siguiendo con su familia y las personas que la aman, y el mundo a su alrededor.

 

Decidió que su matrimonio terminara, centró su sensibilidad en su corazón, en sus ojos, en sus pensamientos… en el disfrute de cada minuto viva.

 

Yo escuchaba su relato, observaba sus ojos, y me imaginaba todo lo que había tenido que vivir, sentir, dejar de sentir, llorar, e incluso reclamar… no era la primera deportista paralímpica que conocía, ni la primera que me compartía su historia, y como cada uno de los relatos que había escuchado antes, me llegaba al corazón, me regalaba parte de su fuerza y su determinación, y me hacía entender que siempre, siempre había motivos para continuar.

 

Nely es nadadora, la natación llegó a su vida después del accidente y más allá de haber sido, en su momento, la oportunidad de un proceso de rehabilitación, era ya su deporte, su vida, a lo que dedicaba la mayor parte de su tiempo… era donde su cuerpo volvía a ser completamente de ella, el agua le permitía controlarlo, dominarlo, sentirse libre, ¡disfrutar!

 

En Juegos Paralímpicos debutó en Beijing 2008, donde ganó dos medallas de oro en 50 y 100 metros libre S4, un año antes, en los Juegos Parapanamericanos de Río obtuvo plata en 200 libre, pero para los Juegos Paralímpicos de Londres no logró calificar y en Río 2016 se quedó sólo con un bronce en la prueba de 50 metros libre así que este año, en Tokio 2020, la veracruzana espera subir al podio en más de una ocasión.

 

Contada así, resumida, su vida parecería que fluye tanto como ella en la alberca, pero la realidad es muy distinta. Nely no solamente ha tenido que superar, como todos los deportistas de alto rendimiento, el extraño y atípico 2020 en el que muchos tuvieron que entrenar como pudieron en sus casas pero, ¿natación? Quizá algunos ejercicios y párenle de contar.

 

Pero ella ha tenido también que darse el tiempo suficiente para darle vuelta a la página tras una difícil cirugía a la que se tuvo que someter hace ya tres años, lo que le complicó un poco parte del ciclo que está por terminar, dejándola sin posibilidades de competir en los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019, sin embargo, esta mujer sabe salir adelante…

 

Tuvo que operarse de las cervicales, su cuerpo estaba teniendo episodios de espasmos que le complicaban vivir, sus músculos se tensaban, no la estaba pasando nada bien, y para tener la mejor de las recuperaciones, Nely tuvo que ser inducida a coma así que, como ella misma dice, no solamente ha tenido que poner pausa por la pandemia, sino que su pausa inició desde el 2018 pero la oportunidad de unos Juegos más, de volver a probarse en la alberca, de pelear una medalla, le dan ese extra de ánimo que requiere para continuar, lo que significó trabajar, como muchos, fuera del agua, bajo la supervisión, vía Zoom, del entrenador nacional, José Peláez.

 

Así que ella ganó, de alguna forma, un año, y este 2021 espera viajar a Tokio, a los que serán sus terceros Juegos Paralímpicos, “y la verdad”, dice, “que me siento totalmente diferente a lo que fue Beijing, totalmente en cuanto a visión, en cuanto a aptitudes y actitudes, en cuanto a cada una de las competencias que se vayan teniendo, si bien es cierto, es un cambio y una manera super diferente en que se van a celebrar estos Juegos de Tokio 2020, pero yo creo que con la emoción de representar dignamente al país, me siento”, asegura Nely, “como esa novata, como esa mujer que se presentó en Beijing”.

 

La vida puede cambiar en un minuto, en un segundo, el cambio puede ser de lo más inesperado, nos puede llevar a caminos que jamás hubiéramos imaginado, el secreto es… tal vez no hay secreto, tal vez lo que hay que hacer es lo que Nely hizo, vivir, seguir viviendo, respirar, disfrutar y explotar las capacidades que se tengan.

 

Hace 21 años el diagnóstico de vida para Nely era que quedaría postrada, los médicos que la atendieron aquella ocasión seguramente nunca pensaron que se convertiría en medallista parapanamericana, paralímpica y mundial, además de política y terca, sí, muy terca.

 

Nely fluye en el mundo, como lo hace en el agua, la natación le ha dado maravillosos regalos, la ha hecho aún más disciplinada de lo que, asegura, ya era, disciplinada y responsable. Es nadadora de alto rendimiento, entrena todos los días, tiene que cuidar su alimentación, cuidar sus descansos, cuidar su salud, competir y, de ser posible, mejorar sus tiempos, y todo eso le ha regalado una mejor calidad de vida que la que hubiera tenido si hubiera hecho lo que los médicos dispusieron que su vida sería hace dos décadas.

 

Y si hubiera hecho eso, la operación de 2018, quién sabe, tal vez la hubiera necesitado antes y tal vez la recuperación no hubiera sido tan satisfactoria porque, dice, justo por el deporte su cuerpo tuvo una pronto y muy buena mejora aunque, nuevamente, tuvo que pasar un tiempo en coma inducido.

 

En Atenas 2004 yo cubrí mis primeros Paralímpicos, conocía a los deportistas mexicanos. Mi primera cobertura en esos Juegos fue precisamente en natación y nadie me preparó para lo que yo experimenté.

 

Como Nely en 2008, cada uno de los nadadores y nadadoras de todos los países llegaron a Atenas con deseos de ganar, pero cada uno de ellos ya habían ganado; como Nely, algunos de ellos y ellas habían tenido que retomar su vida, cambiar sus planes, readaptarse, reconocerse pero como ella habían tomado la decisión más importante: Vivir.

 

Y fue justo ese deseo de seguir, de vivir, de competir, de medirse con otros nadadores y vencerlos, ese llegar a la competencia orgullosos con sus historias, con sus cuerpos y con sus almas, lo que entró por mis ojos y mi corazón, y nadie me preparó, pero lo que yo sentí ese día fue una inmensa admiración hacia cada uno de ellos, la misma que sentí cuando Nely me contó su historia, la misma que tengo hacia cada uno de estos deportistas que eligen vivir en un camino en el que se necesita determinación, valor y mucho amor.

 

¿Qué le ha quitado la natación a Nely? Absolutamente nada, todo lo contrario; ¿Tokio será fácil? No, ¿a Nely le espanta? Para nada…

 

En el 2000 su cuerpo colapsó, su columna se rompió, su vida tomó otro rumbo, y se descubrió fuerte, decidida y determinada así que viajará hasta el otro lado del mundo con todo y su sonrisa y hará lo que mejor sabe hacer: ¡Vivir!

 

Betty Vázquez es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM, con experiencia en Periodismo Deportivo por más de 20 años y coberturas en Juegos Olímpicos, Paralímpicos, Mundiales, Panamericanos y Centroamericanos.

 

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