Hoy le toca a la afición de Morelia vivir ese trago amargo, ese dolor que se siente saber que cada quince días ya no habrá esa fiesta en tu estadio y en tu ciudad, esa alegría que genera el futbol, y todo por la egoísta, pero valida, decisión de los dueños del balón, porque en México ha quedado claro que, desgraciadamente, los dueños del balón no son los actores principales del terreno de juego, sino los de “pantaloncillo largo”, son ellos los que deciden dónde, cómo y hasta a qué se juega, con sus reglas y decisiones, muchas de ellas, sin sentido y sin lógica.

Mañana le podría tocar en un futuro muy cercano a los aficionados de Cancún, ya que se ha comentado que los nuevos dueños del Atlante están haciendo todo lo posible por devolver su plaza a la Ciudad de México, sin embargo, harían una primera escala posiblemente en Querétaro, y una vez cuando arreglen todo en Ciudad de México, los Potros regresarían al Estadio Azteca.

Pero, retomando al tema de Morelia, fue una aberración y una falta de respeto lo que se le hizo a un equipo de mucha historia en México, a días de cumplir sus 70 años de historia, es algo incomprensible, ya que no era un equipo que se caracterizaba por sus malos manejos, problemas de pago o porcentuales, sin embargo, el negocio muchas veces va por encima del futbol, más cuando sus dueños no se sienten propios a la institución y a lo que representa.

A los aficionados de Mazatlán, que son los que no tienen culpa en esta situación, hoy les toca festejar por la llegada de un equipo profesional de Primera División a su ciudad, sin embargo, que no les extrañe que el día de mañana el negocio no sea negocio y los dueños del balón decidan que la de gajos mejor se juegue en otra parte del país, porque la historia no importa cuando el negocio es mayor.

* Comunicador deportivo con 10 años de experiencia en los medios de comunicación y toda una vida practicando y disfrutando los deportes. Trabajó para Grupo Acir y Periódico El Imparcial.