11-S
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La guerra que muchos afganos ignoraron tras el 11-S a través del lente del periodista Gustavo Oñate

El corresponsal de guerra mexicano, que cubrió el conflicto en Afganistán, comparte sus experiencias en entrevista inédita realizada en 2009

HERMOSILLO, Sonora (José Luis Sibaja/BIP).- Se han cumplido veinte años de los atentados terroristas que cambiaron al mundo, que causaron la muerte y desaparición de dos mil 977 personas y que provocó la guerra más larga en el siglo XXI.

El martes 11 de septiembre de 2001 cuatro aviones fueron secuestrados y se estrellaron intencionalmente en Nueva York, Virginia y Pensilvania, en el acto catalogado como el mayor atentado terrorista sufrido en territorio estadounidense que fue vinculado a Al Qaeda.

Como consecuencia al 11-S, Estados Unidos, respaldado por sus países aliados, iniciaron el domingo 7 de octubre de 2001 la Operación Libertad Duradera, para atacar objetivos talibanes y de Al Qaeda ubicados en Afganistán.

La intervención militar duró casi veinte años, al finalizar el pasado lunes 30 de agosto con la retirada del ejército estadounidense de Afganistán. Casi simultáneamente, los Talibanes han tomado nuevamente el control total y absoluto del país, como había sucedido en la década de los noventa y hasta finales de 2001.

A propósito de los veinte años del 11-S y próximo a cumplirse dos décadas de la consecuente intervención militar estadounidense a Afganistán, a continuación se publica por primera vez una entrevista realizada al camarógrafo Gustavo Oñate, realizada el miércoles 22 de abril de 2009 en la Ciudad de México.

En la charla, nunca antes publicada, el otrora camarógrafo y corresponsal de Televisa, quien entonces hacía equipo con el también enviado especial José Luis Arévalo, compartió las experiencias vividas durante la cobertura de la guerra en Afganistán.

Oñate, egresado de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Intercontinental en la CDMX, fue camarógrafo de guerra entre 2001 y 2004, y durante el conflicto bélico en Afganistán realizó su cobertura a lo largo de dos meses, justo en los primeros días de los combates en el país asiático.

JOSÉ LUIS SIBAJA (JLS) – Gustavo, estabas en Europa cuando suceden los atentados terroristas en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001 y cuando  un mes después comienzan los ataques estadounidenses en Afganistán como respuesta a estos hechos.

En Europa, ¿cómo se veía esta situación, qué reacciones se generaron, cuál era el sentir de la gente y de la opinión pública?

GUSTAVO OÑATE (GO) – “Tenía poco tiempo en Europa, llegué a principios de agosto de 2001 a Bruselas (Bélgica) y un mes después suceden los atentados en Estados Unidos. A raíz de esto nos desplazamos a Israel porque en teoría se esperaba un atentado sobre intereses de ese país. En ese periodo que estuvimos en Israel fue cuando inició la guerra en Afganistán.

“Europa es el otro polo a nivel mundial y realmente los intereses que se habían visto afectados eran los estadounidenses. En Europa hay una gran población musulmana – hay muchos árabes, turcos y algunos africanos – y si bien había un sentimiento de tristeza, de preocupación, de rechazo a una eventual guerra, también se veía un sentimiento como de justicia, como de que ‘finalmente les tocaba’ a los estadounidenses sufrir una agresión en su país.

“En el caso específico de Medio Oriente, en donde estuvimos antes de ir a Afganistán, hubo manifestaciones de apoyo a los supuestos terroristas, a los que se les considera públicamente como los causantes de este atentado. Hubo celebraciones de grupos islámicos, ya que aparte de ser atacados un importante centro económico de Estados Unidos, también se vieron afectados algunos intereses israelíes”.

JLS – Desde tu perspectiva, ¿qué situación vivió la sociedad musulmana en Europa después de los atentados terroristas en Estados Unidos y cómo reaccionó con el ataque estadounidense a Afganistán?

GO – “Fue muy grave. Hay una población musulmana muy fuerte y que aparte, socialmente es muy activa.

“La gente tenía temor, había muchas dudas e incertidumbre de qué iba a suceder y las dimensiones que iba a tomar este conflicto y quisiera ser muy específico al decir que se venden historias a la gente y en estas historias siempre se considera que Estados Unidos es el lado bueno del mundo y que los otros son los malos, y desde luego en Europa esa visión no pudo penetrar porque hay un grupo musulmán importante.

“Vivía cerca de un área en Bruselas donde había muchos musulmanes y veías a la gente con incertidumbre y quizá hasta se sentían incómodos, porque en las noticias la información fue injusta, se dijo que había sido Afganistán, cuando existe Al Qaeda y Osama Bin Laden, que no son Afganistán, ni son representativos de una sociedad y de un país a nivel general y mucho menos de una religión.

“Creo que fueron momentos muy tensos, hubo agresiones, hubo gente que en un momento dado veía a los musulmanes con temor.

“Sí creo que esta guerra, independientemente de todas las injusticias que ha provocado, en el sentido humano y en el factor social ha generado sentimientos y divisiones que son injustificadas e injustas”.

JLS – Cuando llegaste a Afganistán, ¿tenías alguna referencia de la situación que se vivía en temas como derechos humanos, Al Qaeda y Talibanes? Y, ¿qué tanto las cosas eran como las habías escuchado hasta antes de la guerra?

GO – “Cuando llegamos a Afganistán entramos a la parte norte a una zona que se llama Kundos, en un pueblo que se llama Taloqan, en donde se hablaba que había un fuerte bastión Talibán y que era de los que más resistencia estaba poniendo contra los ataques de Estados Unidos.

Hay que recordar que Afganistán ha estado en guerra durante muchos años y que han estado involucrados estadounidenses y rusos, y que hay muchos intereses en cuestión de drogas, de opio en específico.

“En la parte norte de Afganistán, donde llegamos, no había un conocimiento de la guerra, la gente no sabía lo que estaba sucediendo.

“Tenía referencias mínimas de Afganistán antes de la guerra. En la parte norte vi un país muy pobre, hundido en un rezago con respecto al mundo occidental.

“Es un país que vive con unos parámetros culturales, de identidad y de organización social muy diferentes a los que tenemos en occidente.

“Creo que lo que nosotros conocemos y lo que nos llega de Afganistán es la visión que nos venden para manejarlo con ciertos intereses, para invadir un país, para poder dictar leyes en contra de violación de derechos humanos, etcétera.

“Sí, definitivamente es un país donde la ley del más fuerte se impone, es una sociedad poco desarrollada y poco civilizada. En esta zona norte de Afganistán, no hay luz, no había agua corriente, hay quien dice que la gente vive como en el siglo VI.

“Es un poco complicado entenderlos, pero también es injusto juzgar una sociedad o una estructura desde unos ojos occidentales”.

JLS – El pueblo afgano, ¿sabía por qué era atacado?

GO – “No, no lo sabía, era algo absurdo. La gente vivía en otra realidad, completamente diferente. Ellos no sabían lo que había pasado. Eran víctimas de una guerra, de una invasión, de un ataque nuevamente, porque ya habían vivido otras guerras. No sabían ni porqué y mucho menos tenían algún tipo de interés o de relación de esa cuestión (atentados del 11-S).

“Están tan lejos de Estados Unidos, que era prácticamente imposible que a nivel país, a nivel sociedad, hubiera podido haber una orquestación para hacer un ataque de ese tipo.

“La gente no sabía porqué eran atacados, ellos seguían viviendo en su mundo. De repente vieron llegar a mucha gente, aviones, soldados, montón de periodistas, no sabían lo que estaba sucediendo.

“Es cierto que había un grupo talibán que estaba dominando el país, que era un grupo armado extremista en el poder, con intereses muy definidos. Un grupo, que curiosamente fue avalado, apoyado y quizá instaurado por los Estados Unidos, y que ahora lo atacaban”.

JLS – En Afganistán al menos dos generaciones de la población ha vivido en un ambiente de guerra. En estas condiciones, la población más vulnerable, como niños y mujeres, ¿qué aspiraciones, sueños e ilusiones tienen?, ¿cuál es su mundo, qué sienten, qué es lo que piensan?

GO – “Hay miles de historias impresionantes. Mira, la expectativa de vida en Afganistán se hablaba que era de 45 años de edad, es decir, una persona a los 35, 36 años era casi un anciano, físicamente se ven así. La gente a esa edad tiene la piel muy arrugada, está canosa, se le ve desgastada y se nota que se consumen por las enfermedades, porque la calidad del agua es muy mala, al igual que la comida.

“Aunque en Kabul, comparado con las poblaciones en las que estuvimos en el norte, es un poco mejor la situación, en términos generales en todo el país la expectativa de vida es muy corta. Con esto te quiero decir que un niño a los 10 años es casi un adolescente y a los 15 años es casi un adulto.

“Nosotros tuvimos contacto con niños de 15 años con armas, como pasa en otros países en África y en algunos latinoamericanos, y esto los hace vivir la vida de forma diferente.

“Los niños son niños en cualquier parte, pero quizá un niño afgano tiene la ilusión y el juego hasta que cumple los 6 o 7 años y de ahí empieza a madurar, porque no es lo mismo vivir en paz que vivir en guerra, porque son niños que algunos de ellos han sufrido mutilaciones, o al menos conocen a alguien que jugando pisó alguna mina. Afganistán está estúpidamente minado, no hay sentido para tantas minas, y eso ha herido y matado a muchos niños.

“El niño en Afganistán vive acosado por el tiempo, tienen que madurar antes de lo que ellos quisieran al enfrentarse a ese tipo de cosas.

“En las culturas de medio oriente, los niños están en una constante lucha por sobrevivir. El más fuerte es el que sobresale, el que sobrevive, y esto trae como consecuencia que los niños sean más despiertos, tengan más malicia. En general son ‘niños más adultos’.

“Son buenos niños, tienen unas caras preciosas, unos ojos transparentes y crecen juntos hombres y mujeres. Cuando son niños se conocen, conviven, hay una apertura y llega una etapa en la que las niñas entran a la adolescencia y tiene su primera menstruación, en la que llega el momento en la que ellas se tapan.

“Es una parte muy complicada, muy difícil de ver, que quizá para los ojos occidentales puede ser muy traumático y a nivel personal se me hace una cuestión muy difícil.

“En el momento en que las niñas empiezan a usar las burcas, comienzan a tener una vida que puede ser vista como de sombras, oculta, mística, una vida de sumisión.

“El papel de las mujeres en estos países es muy difícil de entender, hay quien dice que lo que pasa con las mujeres es por respeto y exaltación a la feminidad, sin embargo no deja de ser complicado de entender los modos, que se tengan que cubrir y que tengan que vivir escondidas, en teoría para protegerlas, ahí hay una discriminación”.

JLS – Con este escenario, es posible que haya muchos niños que tienen armas en sus manos y que quizá ya han disparado y hasta probablemente matado, pero, ¿cómo toman la guerra?

GO – “Toda la sociedad está involucrada en la guerra, pero no todos los niños están activamente combatiendo. Recuerdo una ocasión en que del pueblo íbamos a la línea de combate ubicada a unos cuatro o cinco kilómetros y en el camino nos fuimos topando con los soldados que iban saliendo del área de combate.

“Eran afganos combatiendo contra grupos de talibanes, conformados por algunos afganos y de países vecinos, es prácticamente una guerra civil, y en el camino vimos a un muchacho muy joven como de 16 años que iba cargado con las carrilleras de balas, iba muy fuertemente armados, llamaba mucho la atención, le tomamos imágenes y algún fotógrafo también le tomó algunas fotos y este muchacho tomó una actitud de orgullo, se sentía que era alguien importante.

“Creo que se puede ejemplificar mucho con las imágenes de la Revolución Mexicana, en la que en las fotos a los combatientes se les ve hasta posando, levantando el pecho, alzando la cara y hasta medio sonriendo. Esta misma postura es la que se ve en muchos jóvenes afganos.

“No sé cómo se habrán conformados los grupos armados que combatieron a los talibanes, desde luego combatían a lado de la Alianza del Norte, pero imagino que estaban financiados por los estadounidenses y pienso que parte del orgullo de estos jóvenes, es que se estaban ganando la vida de alguna forma.

“Obviamente la economía en esos momentos se destrozó, hubo una inflación y devaluación de la moneda impresionantes, al grado que con 100 dólares eras rico, era muchísimo dinero. Entonces, creo que esta gente estaba ganando dinero por combatir, a lo mejor ni 100 dólares les daban, quizá hasta 20 dólares.

“Como joven, en un lugar muy pobre, con condiciones y expectativas de vida muy bajas, a los 15 años estar combatiendo y ganando dinero les era de gran orgullo”.

JLS – Por lo que pudiste ver y bajo este panorama, ¿qué tipo de educación recibían estos niños en casa?

GO – “No lo sé, lamento decirte que no lo sé, porque no puedes llegar a esos niveles de intimidad, es muy difícil tener ese contacto. Sí desde luego que vivíamos en casas, allá no hay hoteles, estaba la gente a nuestro alrededor, se acercaban a vernos, no podíamos llegar a platicar, porque no hablan el idioma, en este caso el inglés, pero con señas nos entendíamos y te regalan sonrisas.

“Es difícil saber más de ellos, lo que pienso sobre eso es que la educación pasa por la religión, es decir, todo lo que es el islamismo tiene una serie de normas que si ves más a fondo, tienen mucho sentido para la sobrevivencia de una persona. Por ejemplo, no pueden comer con la mano izquierda, porque es con la que hacen todas las cuestiones que tienen que ver con la higiene. La mano derecha es “la mano limpia”, por eso comes con ella, eso tiene mucho sentido. No puedes comer con las manos sucias por cuestión de religión.

“Así también los hábitos de casa pasan por la religión, por las costumbres, se determina qué deben hacer, cómo lo deben de hacer. Desde mi punto de vista en el islamismo, todo lo que son tradiciones son métodos para que la gente sobreviva en condiciones extremas.

“Con respecto a las drogas, los musulmanes no toman alcohol y las drogas, como el opio, en general para ellos puede ser como un digestivo, como lo fue la coca para algunas culturas mesoamericanas, no hay relación directa como una adicción, como se entiende en Occidente”.

JLS – El pueblo afgano, ¿qué tradiciones tiene, cómo es su cultura?

GO – “Es difícil ver la vida cotidiana de los afganos, porque el país y la gente estaban tomadas por la guerra, todo estaba trastocado. Por ejemplo, en el poblado de Taloqan, todo giraba entorno a la Casa de Gobierno y ahí estaba la Alianza del Norte, los periodistas y la gente que estaba buscando ganar algo de los periodistas, por eso es difícil hablar de sus tradiciones, de su vida cotidiana.

“Una vez nos tocó ir a comprar comida con ellos y el mercado estaba en condiciones insalubres, en condiciones muy complicadas y nos dijeron si queríamos comer pollo y pues dijimos que sí. Compraron la gallina y la mataron afuera de la casa, la llevamos viva y con la navaja la cortaron, fue una cosa fuerte, pero así se vive allá.

“Es complicado hablar de qué aportan a la humanidad como sociedad, quizá su aporte se trata de las contrastantes formas de vida. Estamos acostumbrados a que aportes algo positivo, pero a lo mejor el aporte de este tipo de sociedad es de contraste, porque al verlas te enseñan a valorar lo que tienes.

“Veía cómo vive la gente en Afganistán, la pobreza, la desesperanza en general, a lo mejor ellos no lo saben, tal vez para ellos es algo normal vivir hasta 45 años (de edad), pero cuando uno ve esas condiciones de vida, pues valoras más lo que tienes, un país en paz, donde hay posibilidad de crecer, estudiar, de salir adelante, de estar tranquilo, donde tu expectativa de vida es mayor. En mi caso particular, lo que más me deja Afganistán es eso.

“Desde luego que también tienen su cultura, su música sin instrumentos y cantada, que eso es muy interesante culturalmente. Tienen sus olores, colores, sabores, sonidos, un mismo paisaje con burcas, es un paisaje cruel, diferente, extraño y eso puede tener un valor histórico muy determinado e importante, pero a mí, lo que me dejó como aporte es que se puede vivir mejor.

“La gente mutilada, eso es irreparable. Un niño que ve brillar algo en el campo, se acerca, lo toca y explota. A veces muere o a veces queda mutilado en muchos aspectos.

“Nos tocó caminar entre campos minados y sabes que en cada paso te la estás rifando. Cada paso no sabes si es el último, claro que íbamos por caminos marcados, pero con todo no sabes hasta dónde puede llegar.

“Creo que lo que aporta Afganistán es un grito de reflexiones, un grito de ayuda incluso, que pregunta ‘qué estamos haciendo mal’ y también de respeto. Creo que Afganistán grita respeto, porque no todo se puede ver con los mismos ojos”.

JLS – Estuviste en diferentes zonas de Afganistán, ¿qué tan diferentes son entre sí?

GO – “Primero estuvimos en Taloqan y después en Kabul, la capital. Tiene calles pavimentadas, lo cual no hay en la zona norte, desde luego tiene mayores instalaciones, luz, agua. En el caso específico de Kabul es una ciudad chica, pobre, hay una parte muy interesante que es la parte antigua, es una zona bombardeada, donde ves puras ruinas de casas llenas de tierra y se ven como si fuera un paisaje ya natural de arena, pero que son ruinas y que tienen gente viviendo ahí y en sus alrededores. Como fisonomía de ciudad es muy interesante.

“Igualmente las mujeres viven bajo sus burcas y con el drama de ser desplazadas a otros niveles de la sociedad, donde se juegan la vida si no respetan las estructuras. Tengo la imagen de Kabul como una sociedad sin grandes expectativas, sin autonomía. Es el centro político y muchas de las decisiones que pasan en el país, se toman en Kabul.

“Por ejemplo, ahí estaba la embajada de Estados Unidos y la única vez que vi soldados estadounidenses en la guerra en Afganistán, fue cuando recuperaron la embajada que había sido tomada o invadida.

“Se veían los aviones volando muy alto y desde ahí bombardeaban. Se veían los bombardeos sobre las montañas, pero yo no vi soldados más que en esa zona”.

JLS – Se habla mucho de cuestiones de derechos humanos, hay muchos reportes de Amnistía Internacional que hablan de violaciones, maltrato y abuso de mujeres y niños, pero ¿qué tan cierto es ese lado tan oscuro?

GO – “Es totalmente cierto, aunque claro que hay que ver quién dice qué, pero vuelvo a lo de hace un rato, es la ley del más fuerte. Entonces, los más desprotegidos que son niños y mujeres en muchos aspectos, sufren de vejaciones terribles y la ley lo permite hasta cierto punto, porque es parte de la estructura. Sin duda es cierto y es terrible.

“Te decía quién dice qué, porque estas organizaciones de Derechos Humanos no son totalmente autónomas y a veces obedecen a intereses y ponen el dedo en la llaga de quien le conviene ponerla, entonces, no es para quitarle valor a los informes, pero sí para verlos con otros ojos.

“Los soldados son gente que vive horas extras. Ese es el sentimiento de una guerra, se vive al día, nunca sabes qué va a pasar en dos segundos, minutos o dos días y tu misión es mantenerte al día. Por eso una persona con poca expectativa, con poca cultura, con poca educación y pocos valores, que se trastocan en estas situaciones, es muy viable que caigan en estas vejaciones, en aberraciones de este tipo”.

JLS – ¿Te tocó escuchar alguna historia de ese tipo?

GO – “Estuvimos con una sociedad de mujeres que estaban empezando a quitarse la burca públicamente, pero era muy complicado porque incluso se la quitaron en un lugar cerrado, pero es muy difícil que lo puedan hacer en un lugar abierto, a nivel sociedad. Alguna se había atrevido a hacerlo y le habían dado una tunda.

“Alguna contó que había sido abusada, que había sido violada, aunque no recuerdo casos específicos, pero sí nos tocó tener contacto con ese tipo de información.

“Creo que parte de la paz que se puede vivir en una sociedad que no está en guerra y parte de la paz que se pierde en una sociedad en guerra, es la paz interior y la personal. No sólo es el entorno, sino lo que se vive hacia adentro, y todo este tipo de violaciones, abusos y maltratos, son de las cosas que se pierde en un guerra”.

JLS – Te pregunto esto, porque es alarmante la cantidad de casos que al menos reporta Amnistía Internacional.

GO – “Es terrible y aquí vale la pena la reflexión nuevamente de porqué pasa esto en Afganistán. ¿Es acaso un tema religioso, social, cultural o de intereses políticos mundiales principalmente de rusos y estadounidenses? Ahí es donde debemos reflexionar, porque hay otras sociedades en situaciones similares a la de Afganistán, en las que no se ven estas cosas o suceden en otras dimensiones.

“Creo que en la medida en que los intereses estén involucrados en una sociedad, se van a permitir y se van a dar muchas cosas de este tipo. Desde luego es alarmante, pero creo que la vacuna está en la educación y en la cultura, pero también en hacer sociedades autónomas e independientes de intereses en la medida de lo posible. La guerra en Afganistán no es interna, es provocada por estos dos países principalmente”.

JLS – ¿Cómo viste la intervención de organismos internacionales en Afganistán?

GO – “Algunos fueron muy buenos, como el de Médicos sin Fronteras, que trabajaron muy bien. Independientemente de que hay intereses en todo, pero en lugares con tan poca esperanza, con tanto abuso político, de guerra y social, lo que hacen ellos es maravilloso. Son gente que da un poco de esperanza, que da todo lo que puede.

“Son sociedades que desafortunadamente algunos gobiernos en ocasiones las han utilizado como herramienta para continuar sus guerras”.

JLS – Los gobiernos de los países que atacaron Afganistán, ¿de algún modo también compensaron la situación con ayuda humanitaria o fondos de reconstrucción?

GO – “Es absurdo. En alguna ocasión hablábamos con un empresario israelí sobre la guerra de Irak, entonces todavía no había empezado, pero la tensión estaba muy fuerte de que iba a iniciar. Al preguntarle qué iba a hacer cuando comenzara la guerra, si se iba a ir de Israel, nos contestó que se iba para Irak, ‘porque nos vamos a hacer negocios’.

“La guerra tiene muchos negocios. Primero destruyen, bombardean y gastan en armamento y después el negocio es reconstruir. Por eso, todo eso que se supone han aportado, a lo mejor una empresa ‘X’ pagó sus impuestos donando sus productos y claro, es la aportación que se hace en alimentos y quedó bien con el gobierno y apoyó la campaña de quién tu quieras y hacen creer que ayudan a las víctimas que ellos mismos crearon.

“En general, los países que intervienen en una guerra no tienen forma de resarcir el daño, más que saliéndose de ahí y dejando en paz esas sociedades. Para mí es absolutamente absurdo e inverosímil que primero destruyan una sociedad, un país, una cultura y después piensen en reconstrucción. Eso es absolutamente inaceptable”.

Doce años después de realizada esta entrevista, este sábado 11 de septiembre de 2021, mientras en Estados Unidos se realizaron actos para honrar a las víctimas de los atentados del 11-S; en Afganistán el grupo Talibán, ya instalado una vez más en el poder, paulatinamente impone su régimen que viola los Derechos Humanos principalmente de las mujeres.

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