Columna

¿Juegos Olímpicos en verano? Impensable e insostenible

 

Envuelto en una emergencia mundial a causa del coronavirus, este domingo 22 de marzo el Comité Olímpico Internacional (COI), a través de su presidente Thomas Bach, por primera vez dejó abierta la posibilidad de reprogramar los Juegos Olímpicos, decisión que a más tardar en cuatro semanas se dará a conocer.

 

Se veía venir, era cuestión de que aumentara la presión internacional para que Bach pusiera sobre la mesa posponer la cita olímpica. Las señales empezaron la semana pasada, luego que el Comité Olímpico de Noruega solicitara aplazar Tokio 2020 el mismo día que la llama olímpica arribó a Japón procedente de Grecia el viernes 20.

 

Un día antes, la Federación Estadounidense de Natación instó al Comité Olímpico de Estados Unidos interceder para postergar los Juegos Olímpicos; posteriormente, la IAAF (Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo) manifestó que en “en julio-agosto ni son factibles ni deseables”.

 

Al anuncio del Comité Olímpico de Canadá este domingo, se unió el de Australia, y este lunes, el de Polonia, que de igual forma desistirían en participar para no poner en riesgo a sus deportistas; y así, sucesivamente las voces de deportistas y organismos comienzan a tener eco, con argumentos de peso y “advertencias”.

 

A partir de este lunes puede generarse un efecto dominó, en el que cada vez más comités olímpicos nacionales y federaciones internacionales insistan en reprogramar la justa olímpica de Tokio, ya sea para otoño de este mismo año o recorrerlo para el 2021 o 2022.

 

Japón ha invertido 28 mil millones de dólares en la organización del evento, en el que participarán alrededor de once mil deportistas de 206 países, y el celebrarlo en otra fecha implicaría muchas complicaciones logísticas de grandes dimensiones, pero no dejan de ser problemas con soluciones.

 

Cierto, no es fácil encontrarle fecha, este año solo podría ser entre septiembre y octubre; en 2021 tendría que ser en meses en que no se junte con los campeonatos mundiales de atletismo, natación y gimnasia; o en 2022, podría ser en verano, para no empalmarse con la Copa del Mundo en Qatar, en invierno.

 

Cierto, en lo económico, no se recuperará de forma inmediata lo invertido, pero se aseguraría recuperar lo más cercano a lo estimado para este 2020; cierto, hay compromisos publicitarios, pero los patrocinadores seguramente se sumarían a una reprogramación.

 

Cierto, los deportistas no llegarían a Tokio 2020 en el tope de su rendimiento en la recta final de su preparación, pero una postergación les ayudaría a reprogramar sus entrenamientos para llegar a la justa olímpica en mejores condiciones competitivas.

 

Pero lo más importante, sobre cualquier otra cosa, no se expondrían ni se pondría en riesgo la salud de miles de personas de un posible brote de contagio en el epicentro olímpico.

 

Solamente la Primera y Segunda Guerra Mundial han provocado que los Juegos Olímpicos interrumpan su continuidad cuatrienal. Hoy es otro tipo de guerra, no confronta los demonios de la propia humanidad, esta vez el enemigo es invisible y se está expandiendo con gran rapidez en todo el mundo.

 

Ahora mismo, el olimpismo tiene una gran oportunidad para hacer lo correcto, porque, como aseguró el propio Thomas Bach, lo importante es “salvaguardar la salud de todos los involucrados” y para lograrlo la única forma es ya anunciar su postergación y ya trabajar en encontrarle mejor fecha para su celebración, no hay más.

 

José Luis Sibaja: Director GRADA NORTE. Experiencia de 23 años en el Periodismo Deportivo. Coberturas internacionales, entre ellas: 4 Juegos Olímpicos, 2 Copas del Mundo de Futbol, 2 Campeonatos Mundiales de Atletismo y 6 Juegos Panamericanos.

 

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