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Gallos Blancos-Pachuca, el recuerdo de la primera final celebrada en Hermosillo hace 26 años

HERMOSILLO, Sonora (J.L. Sibaja y J.F. Arredondo/BIP).- Cimarrones de Sonora y Atlético Morelia protagonizarán este miércoles una segunda final de futbol profesional en la capital sonorense, pero hace 26 años fue la primera ocasión en que se disputó un partido por el título, con Gallos Blancos de Hermosillo.

En ambos casos, el estadio “Héroe de Nacozari” ha sido el escenario en el que los dos equipos sonorenses actuaron como locales en los partidos de “ida”, Gallos Blancos, en la final de la Primera División “A” en 1996; y hoy, con Cimarrones de Sonora, en la final del Clausura 2022 de la Liga de Expansión MX.

El periodista Víctor Hugo Arteaga Martínez, desde la Ciudad de México, recordó la cobertura que realizó de la final entre el conjunto hermosillense y Pachuca en el “Héroe de Nacozari”, el sábado 18 de mayo de 1996, cuando era reportero de Deportes del periódico El Imparcial de la capital sonorense.

“La gente estaba desconfiada, porque no creía en el proyecto de Gallos Blancos, se sabía que la franquicia se iba a ir de Hermosillo después de ese torneo. Entonces, el equipo tenía muchas irregularidades administrativas, entre ellas, se les debían sueldos a los jugadores.

“Pese a eso, fue muy loable lo que consiguieron los jugadores, en la parte deportiva cumplieron y llegaron a la final, pero entonces el equipo estaba muy abandonado, tanto por los mismos dueños, como por el Gobierno del Estado”, relató.

Arteaga Martínez, Premio Nacional de Periodismo en 2016, comentó que esa final celebrada en Hermosillo hace 26 años, confrontaba dos realidades muy diferentes, por una parte, Gallos Blancos, era el equipo “cenicienta” y tenía muchos problemas administrativos, y, por otra parte, Pachuca, ya era visto como “el rico” del circuito.

“En el partido en Hermosillo no se llenó el estadio (Héroe de Nacozari), hubo muchos más aficionados en partidos del rol regular del torneo. Eso sí, siempre había muchos niños en todos los juegos y aficionados que eran jugadores de las ligas municipales.

“La gente no se prendía durante el partido, había mucho silencio en las gradas, incluso, se podía escuchar cuando pateaban el balón, sí era muy familiar y un espectáculo nuevo como deporte profesional en la ciudad, pero quizá la gente estaba más acostumbrada a apoyar como en los juegos de beisbol”, describió.

Ambiente muy sencillo en el estadio

Enrique Rivera, actual investigador y maestro en la Universidad de Sonora, tenía 24 años y era recién egresado de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación cuando fue uno de los doce mil asistentes al estadio “Héroe de Nacozari” para la final de “ida” entre Gallos Blancos y Pachuca.

El docente recordó que asistió de forma frecuente a los cotejos de los “emplumados”, donde cada gol anotado por Gallos Blancos era festejado por los jugadores al estilo del baile “Gallinazo”, popularizado por el humorista y conductor de televisión Francisco “Paco” Stanley.

“Era un ambiente muy simple. Hubo un parteaguas en los (años) noventa, recuerdo que vendían cerveza y duros. No había dinámicas de mercadotecnia, edecanes, solo publicidad estática. No estaba tan complejo asistir”, describió Rivera.

A pesar de las limitantes en la historia de Gallos Blancos, la afición acompañó al equipo hasta la final, donde tuvo que soportar los cánticos de la Ultra Tuza, la primera barra del futbol mexicano que realizó el viaje hasta Hermosillo para alentar a los hidalguenses.

Rivera rememoró que hubo gente de Tigres UANL, entonces club de Primera División “A”, que apoyó en el “Héroe” a Hermosillo, algo que incomodó al maestro por los crecientes rumores sobre una compra de franquicia por parte de los regiomontanos si Gallos Blancos ascendía.

“El ambiente estaba algo enrarecido, yo le pregunté a uno de Tigres: ‘¿Qué viene a hacer acá?’, y me responde: ‘vinimos a apoyar al equipo, que creemos en ellos’. Yo muy en el fondo pensaba: ‘si Gallos Blancos asciende, se van a llevar la franquicia de Hermosillo a Monterrey’.

“Nos encariñamos (con el equipo) porque era un equipo que iba al frente, que era ofensivo, futbolísticamente no tengo detalles, pero por algo salíamos contentos del estadio con los resultados, nos divertíamos y poco a poco empieza a aumentar la emoción”, afirmó Rivera.

Enrique Rivera, catedrático de la Unison y aficionado al futbol sonorense. FOTO: Redes E. Rivera

Semilla que cosecha Cimarrones

Por su parte, Nassim Molina, periodista deportivo de Radio Sonora, que también cubrió el partido entre Gallos Blancos y Pachuca, platicó que, pese a que la escuadra sonorense no pudo llevarse el título y ascender a la Primera División del futbol mexicano, dejó un agradable sabor de boca por el hecho mismo de llegar a una final.

“Entonces lo hecho por Gallos Blancos sirvió para abrir una puerta que luego seguiría con Coyotes de Sonora (en 2005 y 2006) y posteriormente con Cimarrones de Sonora. La final disputada en 1996 fue como sembrar una semilla que se ha cosechado hoy en día, con el proyecto de Cimarrones.

“Esa final de 1996 sirvió para demostrar que Hermosillo es plaza para el futbol profesional, pese a las condiciones climáticas y la distancia geográfica con otras plazas del país”, afirmó.

Autógrafos de los jugadores de Gallos Blancos de Hermosillo. FOTO: Cortesía Enrique Rivera

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