El ‘Tri’ y los 300 partidos de Jesús Molina
En ese seleccionado sonorense destacaban elementos como Francisco Javier “Jicamita” Acuña, actualmente con Puebla; y el portero Jesús Gallardo, hoy con Correcaminos de la UAT en el Ascenso MX y campeón del mundo Sub 17 en Perú 2005, junto con Giovani dos Santos, Carlos Vela y Héctor Moreno.
En el plantel sonorense que conquistó el metal dorado también aparecía el nombre de un joven espigado, fuerte, disciplinado tácticamente llamado Jesús Antonio Molina Granados, que cinco años después debutaría en la Primera División con Tigres de la UANL y que con el tiempo se ha convertido en el mejor medio de contención del futbol mexicano.
Molina debutó el 24 de agosto de 2007 en Veracruz, en un duelo que los Tiburones Rojos ganaron 2-1 a Tigres, entonces dirigido por Américo Gallego, desde entonces el volante hermosillense ha tenido la capacidad de ser pieza fundamental en los cuatro equipos en los que ha jugado.
Curiosamente, pocos meses después de su debut, tuve la oportunidad de entrevistarlo previo al desfile deportivo con motivo del 20 de noviembre, y desde entonces ya llamaba la atención su sencillez, humildad y calidad humana.
Hoy convertido en el sonorense que más goles ha marcado en la Primera División en la historia, con 22 anotaciones, y ubicado en el segundo lugar con más partidos en el máximo circuito para un futbolista nacido en Sonora (con 299, hasta antes del duelo entre Necaxa y Monterrey), Molina se ha ganado el respeto del balompié mexicano.
A meses de cumplir diez años en el máximo circuito del futbol mexicano y a un partido de llegar a 300 en la Primera División, Molina se ha convertido en una de las figuras de la Liga MX, que si bien es reconocido en la liga local, a nivel de Selección Mexicana se le ha dado poca continuidad.
Solamente ha sido convocado catorce veces, ha jugado diez partidos con el “Tri” desde que debutó con la Selección Mexicana el 17 de marzo de 2010 y ha actuado en juegos oficiales en eliminatorias mundialistas y Copa América EUA 2016.
En la actualidad no hay otro medio de contención con la personalidad, calidad, inteligencia y madurez como la que ofrece Jesús Molina, un elemento lejos de polémica, reconocido por su disciplina y que se encuentra en plena madurez futbolística.
Quizá solamente Rafael Márquez es quien estaría un escalón arriba jugando la misma posición, como ha sido el caso en la Selección Mexicana en la era de Juan Carlos Osorio, pero Molina ha demostrado capacidad de adaptación, y en caso de no jugar a lado del “Káiser”, sí puede y debe ser el relevo inmediato.
Porque pocos tienen la capacidad de Molina en labores de recuperación y salida, pero sobre todo, porque ha demostrado que en ningún escenario ni ante ningún rival se achica, una virtud que en el futbol mexicano pocos pueden presumir.
Molina recibió esta semana otra convocatoria de la Selección Mexicana para enfrenar a Islandia el próximo 8 de febrero en Estados Unidos, lo que representa una nueva oportunidad de convencer a Osorio para considerarlo para los compromisos del “Tri” en 2017.
En el que puede ser su mejor momento como futbolista, Molina tiene frente a sí la posibilidad de jugar la eliminatoria mundialista para Rusia 2018, la Copa Oro 2017 y la Copa Confederaciones Rusia 2017.
Por lo pronto, si nada sale del libreto, el próximo sábado Molina debe llegar a los 300 partidos en el futbol mexicano a poco más de dos meses de cumplir los 29 años de edad y con mucho futbol todavía por delante.
Columna publicada por @jlsibaja en Periódico Expreso el 2 de febrero de 2017.