El beisbol me alejó de las malas compañías: Lino Rivera
“Yo vengo de una familia humilde, vengo de sitios que no son fáciles en Puerto Rico, donde vi muchas amistades morir y vi mucha gente que se fue por el mal camino, yo siempre visualicé el beisbol como el mejor modo de vivir”, aseguró con mirada reflexiva.
“Mi familia es del residencial ‘Nemesio R. Canales’, uno de los sectores difíciles de Puerto Rico, pero yo frecuento ‘Canales’, hace poco fui y doy lo mejor de mí para la juventud”, dijo.
“Yo siempre reconozco de donde salí, ese lugar para mí es especial, como es especial donde yo jugué beisbol, en Santiago Iglesias, ahí hubo gente que me guió por el buen camino cuando muchos de mis amigos o estuvieron presos u hoy en día no están vivos”, recordó.
Satisfecho con su carrera
A pesar de que nunca cumplió su sueño de jugar en las Grandes Ligas, Rivera se siente agradecido de haber pisado campos europeos, sudamericanos e incluso orientales.
“Es el sueño de cada pelotero, jugar en las Grandes Ligas, y en Puerto Rico la gente siempre hablaba de Roberto Clemente, uno de los grandes jugadores que dio”, añadió.
“México es mi segundo hogar, mi esposa es mexicana, mis hijos son boricuas-mexicanos, me llena de mucha emoción porque es un país que me ha tratado como un hijo”.
“Yo no jugué en Grandes Ligas, pero jugué en Venezuela, en verano jugué en Italia, jugué en Taiwán, jugué en México”, aseguró con gran orgullo.
Al salir de la “Isla del Encanto”, Rivera Ortiz, se fue a Miami en búsqueda de su gran sueño: pertenecer a algún equipo de Estados Unidos.
“Me fui a los 16 años a estudiar, me dieron una beca para estudiar en Miami Dade, me ofrecieron muchas becas pero no sabía mucho inglés, ése mismo año decidí firmar a los 17 años con Texas”, agregó.
“Me arriesgué a no estudiar, a no aceptar becas en las mejores universidades de Estados Unidos; ése riesgo, aunque no jugué en Grandes Ligas pagó dividendos, porque he disfrutado el beisbol y me ha ayudado a conocer las mejores amistades del mundo”, afirmó sonriendo.
De las paradas cortas a la loma de los disparos
“Yo voy a dar lo mejor de mí para que este país algún día también esté muy orgulloso de mí.”
El puertorriqueño es actualmente el único manager lanzador en la Liga Mexicana del Pacífico, y a pesar de que sus más grandes logros fueron como pitcher, no todo el tiempo fue así.
“Creo que no llegué a debutar en Grandes Ligas porque aparte de las lesiones, las veces que tuve entrenamientos no fui al 100% yo creo que no me cuidé”, dijo.
“Cuando sentía molestias no quería expresarlo porque no quería que atropellara el hecho de quedarme con algún equipo, creo que eso fue un error de mi parte”, reconoció arrepentido.
“Yo creo que también yo me hice lanzador tarde, yo aprendí a lanzar tarde en mi carrera, yo creo que a eso se debió”, relató.
“Yo pensaba que iba a firmar profesional como campocorto, yo no era muy rápido y los scouts me recomendaron que lanzara, empecé a lanzar ya a los 17, 18 años; a los 23, 24 años ya comencé de lleno, pero entonces ya se me hacía tarde”, se lamentó.
Un vuelco inesperado
Al final de su carrera como jugador y tras haber fracasado en sus intentos de jugar en la Gran Carpa, la carrera de Rivera dio un vuelco inesperado.
“Cuando yo terminé mi carrera como jugador activo me veía como ‘buscatalentos’, más como alguien de oficina, como scout porque siempre me ha gustado analizar el juego”, aclaró.
“Yo no era un ‘power pitcher’, por eso tenía que estudiar a los bateadores, esto de dirigir llegó y en su momento yo acepté el trabajo sinceramente porque no tenía”, admitió sonriendo.
“Tal vez si hubiera sabido lo que es ser un manager ¡no lo hago!, porque en realidad no es fácil; lo hago, me gusta, me gusta lo que hago, sacarle provecho a los jugadores”, sonrió.
Así es como después de nueve años en su travesía como manejador, el boricua aterrizó hace una semana en la capital sonorense buscando hacer campeones de nuevo a los Naranjeros de Hermosillo.