Columna

El azar sí juega, Osorio no

 

Desde la derrota 7-0 frente a Chile en la Copa América, en México nació un desprecio inaudito a Juan Carlos Osorio, el entrenador. Esa goleada histórica manchó su currículo. Algunos aficionados reprocharon cada decisión estratégica, cada cambio y hasta la nacionalidad. Para algunos era inadmisible que su entrenador fuese colombiano. Esa xenofobia le acompañará hasta Rusia. Su última aparición en México, el 2 de junio en el Azteca, terminó con un recital de  insultos.

 

Osorio no es Guardiola ni Bielsa, aunque resulta atractivo que busque la posesión del balón. Pide que sus jugadores sean protagonistas y versátiles, que puedan cambiar de posición durante todo el partido y, quizá, los narradores del televisor son rehenes de la estadística y de la toma que persigue exclusivamente al balón, lo cual no deja ver el esquema ajedrecista del entrenador. Los 23 de México tienen potencial.

 

El seleccionador ha hecho del “Tri” todo un laboratorio de experimentos en el que ha descubierto a Hirving Lozano, Jesús Gallardo y Edson Álvarez, pero también ha desdeñado a José Juan Vázquez y a Rodolfo Pizarro. Giovani Dos Santos es un enigma en sí mismo: El fenómeno que no quiso triunfar en Barcelona.

 

Las rotaciones no han tenido éxito. Esta estrategia no es adecuada para un equipo nacional donde el entrenador tiene a sus futbolistas cada tres meses. Esa propuesta táctica es adecuada para un club donde puede tener a sus jugadores de lunes a lunes. Ahí las rotaciones sí tienen coherencia. En el combinado mexicano debe aceptar que sus pupilos deban pasar más de cinco horas en los rodajes de comerciales.

 

Juan Carlos Osorio trabaja a contrarreloj. México necesita que sus jugadores, algunos inestables, se enchufen. Si asimilan el partido contra Alemania como el partido de sus vidas y si la puntería les acompaña podrán enterrar los demonios que le rodean. De nada sirve culpar al estratega, si los jugadores fallan los pases o cometen un penalti. Que le recriminen si deja en el banquillo al jugador con pólvora en los botines, Lozano. Carlos Vela y Héctor Herrera serán los virtuosos que orquesten la ofensiva y Andrés Guardado será el capataz en la cintura del campo. Rafael Márquez pinta como un líder ajetreado por su lío legal en Estados Unidos.

 

México es tan impredecible que puede ganarle a los alemanes, pecar contra los surcoreanos y llorar ante Suecia. El azar a veces se excede con los mexicanos.

 

Sobre el autor: Diego Mancera es periodista del diario español EL PAÍS en México.

 

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