Desde Australia hasta Estocolmo, la primera campeona en natación
Para 1992 las pruebas femeninas en natación llevaban ya 21 ediciones en el programa de los Juegos, una inclusión que, sobra decirlo, tampoco había hecho feliz a nuestro amigo, al Barón Pierre de Coubertin aunque, a diferencia del atletismo, la espera fue más corta.
La cita de Estocolmo 1912 fue la primera en la que se aceptaron pruebas femeninas de natación, aunque solamente fueron dos: 100 metros libre y relevo libre 4×100 metros, la individual fue la primera en el programa y en ella las primeras medallistas fueron las australianas Sarah “Fanny” Durack y Wilhelmina Wyle con oro y plata, respectivamente, y la británica Jennie Fletcher con bronce.
En aquel momento Australia, particularmente Nueva Gales del Sur, cuya capital es Sydney, contaba ya con la New South Wales Ladie’s Amateur Swimming Association, organización que se había manifestado a favor de que ambas nadadores, “Fanny” y “Wylie”, hiciera el viaje a Suecia, aunque solamente pagarían los gastos de la primera, mientras que los de “Wylie”, como era conocida Wilhelmina, fueron totalmente cubiertos por sus familiares y amigos.
Y es curioso porque, a pesar de que existía en su ciudad la Asociación de natación, no se trataba de la misma forma a los hombres y las mujeres, de hecho ellas tenían estrictamente prohibido nadar cuando hubiera hombres presentes pero cuando esto cambió el éxito de las mujeres fue tal que de ahí deriva la petición publica de su inclusión en el equipo olímpico para Estocolmo 1912 porque era claro que la gente las conocía, confiaba en ellas y las quería ver colgarse una de esas medallas olímpicas.
Sin embargo, los que estaban a cargo de la delegación consideraban que incluir a las nadadoras era una pérdida de tiempo… y de dinero, que una prueba, los 100 metros libre individual, no justificaba enviar a dos representantes, sin embargo fue otra mujer quien abogó por ellas, la irlandesa Margaret McIntosh, esposa del empresario teatral y deportivo, además de dueño de un periódico, Hugh McIntoch, para que se reuniera el dinero suficiente y lo consiguió.
El apoyo para Sarah era tal, que otro periódico local, The Barrier Miner, se sumó al apoyo haciendo mención de ella en un Editorial diciendo que “si hay alguna atleta australiana que tiene que ir a la gran competencia es la joven nadadora de Sydney”, afirmación que fortalecía recordando las 56 medallas que ya había ganado y los casi cien trofeos que acumulaba en su casa y añadía: “si este formidable palmarés no es un récord para que Australia se enorgullezca de una de sus hijas, entonces no hay nada más que pueda considerarse orgullo nacional”.
Sarah Durack, o “Fanny”, había nacido en Sydney un 27 de octubre de 1889, era la tercera de seis hijos de una pareja de irlandeses y había aprendido a nadar en los baños Coggee de su ciudad natal y sus entrenamientos fueron en estilo de pecho, el único en el que, en aquel entonces, Australia tenía campeonatos femeninos. Su primer título lo ganó a los 17 años, en 1906, y seria hasta cinco años más tarde que adoptaría el entonces conocido como crawl australiano.
Durack se distinguía no solamente por ser una excelente nadadora, sino también por ser una mujer determinada y muy temperamental lo que la llevaría a algunos episodios complicados, uno de ellos, justo en Estocolmo.
Ya hablamos sobre las falsas ideas que en aquellos años había en torno a que la mujer practicara deporte, las que iban desde que era antinatural, se enfermarían, podrían perder la capacidad de embarazarse y bueno, hasta el cambio en el tono de la piel porque entre más pálida se le atribuía una mejor posición social y belleza, en fin…
Así que los trajes para nadar por supuesto que eran también todo un tema que despreocupaba completamente a Sarah, a tal grado que menudo escándalo causó cuando le pidieron que utilizara uno elaborado con lana un poco gruesa, a lo que se resistió por completo y eligió utilizar uno más bien ajustado, muy ajustado para la época, y que dejaba al descubierto casi la mitad de los muslos, lo que era demasiada piel, pero con el que se convirtió en la primera campeona olímpica de natación con un tiempo de 1.22.2 minutos que le valieron un triunfal regreso a su país, a ella y a “Wylie”.
La ocupante del primer tercer lugar olímpico, la británica Jennie Fletcher, provenía de una muy humilde familia de Leicester y se ganaba la vida con una cansada jornada laboral de 72 horas a la semana en una fábrica textil que le dejaba muy poco tiempo para hacer lo que más disfrutaba, nadar, pese a ello es recordada como la reina del estilo libre en Inglaterra de principios del Siglo XX.
A la victoria olímpica de Sarah le siguieron muchas más, además de récords mundiales, de hecho, ¡entre 1912 y 1918 logró romper en 18 ocasiones el récord de los 100 metros libre!
Con tremendo desempeño, recibió invitaciones que derivaron en una gira por Europa y Estados Unidos, la que hizo junto con su amiga, rival, y subcampeona olímpica, Wilhelmina “Wylie” Wyle, sin embargo, al no contar con autorización australiana, fueron sancionadas apenas llegar a Estados Unidos; por si eso fuera poco, Sarah exigió también que se pagaran los salarios de su entrenador o no nadarían, en respuesta, la Unión Atlética Amateur de Estados Unidos las sancionó y retiró su estatus de amateurs, lo que provocó que otros deportistas externaran su inconformidad por ese trato, nada nuevo, ¿verdad?
Una vez más se acercaba la cita olímpica, esta vez en Amberes, año 1920, pero una semana antes de que el equipo australiano iniciara el largo viaje a Europa, Sarah presentó un cuadro de apendicitis, que se complicó con fiebre tifoidea y neumonía, situación que la obligó, en enero de 1921, a retirarse de la natación por un largo período. Después de recuperarse contrajo matrimonio con Bernard Martin Gately, un entrenador de equitación, y ella decidió mejor trabajar como entrenadora de natación de niños.
Sarah falleció a los 66 años de edad, en 1956, por cáncer… es curioso, la enfermedad, o enfermedades que son atendidas y estudiadas hoy, todos los días, por Jenny Thompson quien, a pesar de jamás haber conseguido lo que Sarah, un oro olímpico individual, logró competir en Olímpicos y Mundiales gracias a Sarah y a las demás mujeres que hicieron a un lado, en 1912, todos los prejuicios, críticas y rechazos.
Marzo, mes de nosotras.
Betty Vázquez es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM, con experiencia en Periodismo Deportivo por más de 20 años y coberturas en Juegos Olímpicos, Paralímpicos, Mundiales, Panamericanos y Centroamericanos.