Futbol

Coronavirus expulsa al arbitraje en las ligas municipales de futbol de Hermosillo

 

Abel Jaramillo, delegado estatal de la Federación Mexicana de Futbol Sector Amateur, indicó que en la capital sonorense tienen registrados entre 120 y 150 árbitros afiliados a distintos colegios de silbantes, entre ellos, los Colegios de las Ligas Oxxo, Central, Municipal y Plus Norte.

 

Entre sus diferencias, todos tienen un común denominador, la pandemia de COVID-19 frenó el futbol y con ello, su rutina laboral y acorde a su dependencia económica con respecto al arbitraje, cada uno afrontó su lucha interna durante la primera oleada de la emergencia sanitaria.

 

GRADA NORTE buscó testimonios del gremio arbitral hermosillense y encontró los relatos de Roberto de los Reyes, Germán Carbajal y César Alberto Monreal, que, desde sus respectivas perspectivas, detallan cómo ha sido ser un juez en tiempos de futbol pandémico y, ante todo, superar este contexto inédito.

 

Roberto de los Reyes es un referente del arbitraje sonorense, inició a los 22 años y este 2020 cumplió tres décadas como silbante, su amplia trayectoria se traduce en una mayor experiencia, pero con una menor carga de partidos que le permitía ingresar entre $600 a $900 pesos semanalmente.

 

Fuera de la cancha, De los Reyes posee su propio “terreno de juego”, un taller de carpintería ubicado en la colonia Insurgentes al norte de la ciudad, oficio al cual se ha dedicado toda su vida y que también resultó golpeado con hasta una disminución en el 70% de los pedidos.

 

“Nos avisan en marzo, antes del lunes 16 (fecha que se confirmó el primer caso en el estado) que iba a parar la Liga y todos los árbitros nos banqueamos. Era un ambiente muy tenso con los compañeros y jugadores, no encontraban cómo sacar la adrenalina.

 

“Yo saco poco (dinero), porque solo iba los fines de semana, pero hay compañeros que viven de esto (ingresos). Hicieron trabajitos para poder comer, porque el Gobierno nunca nos ha apoyado y somos deportistas que estamos al 100% al pie del cañón”, reconoció.

 

Informar para concientizar

 

Germán Carbajal es un joven de 26 años egresado de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación y que se ha posicionado entre los de su generación, apenas en seis años de trayectoria ya fue reconocido por la Federación Mexicana de Futbol como el Mejor Árbitro de Torneos Nacionales en 2015.

 

Carbajal inició su carrera deportiva en 2014 y durante los primeros cuatro años adoptó un ritmo que le permitía pitar un partido diario, sin embargo, a partir de 2018 decidió enfocarse en su labor como periodista y desde entonces, sanciona un máximo de tres a cuatro partidos durante los fines de semana.

 

Ahora, en su faceta como reportero en Azteca Sonora, agota sus esfuerzos para informar a sus colegas sobre la actualidad de la epidemia, ya que, asegura, varios de ellos mostraban negatividad e incredulidad hacia la propagación del nuevo coronavirus.

 

“Si la pandemia hubiera caído en aquel entonces (2014) me hubiera pegado totalmente, no tendría ingresos, el árbitro no tiene un sueldo, gana de lo que trabaja. Uno se programa para gastar lo que ganamos en nuestros trabajos y lo que sacamos del arbitraje, ahí si nos pegó a todos.

 

“Cuando nos dicen que vamos a parar hubo caras de preocupación, hay padres de familia, gente que vive más de esto, yo con los partidos ganaba entre $750 y mil pesos, y era algo que yo consideraba que iba a tener, lo tenía establecido”, recordó.

 

Unos son imprudentes; otros enfrentan la enfermedad

 

Otro aspecto que la pandemia exhibió fue la realización de certámenes interbarriales, a los que Carbajal mostró rechazo al considerarlos un acto de rebeldía por no obedecer el contexto en el que vivimos.

 

“Hay árbitros que batallan porque ganaban dos mil pesos a la semana y estos torneos están presididos por gente joven que no tiene problemas, solo quieren rebeldía, quieren ir en contra de la ley y están generando un ingreso ilícito.

 

“Y nosotros nos tenemos que recluir en nuestras casas porque así es la ley y eso fue lo que nos pegó anímicamente y nos dio coraje porque ellos no tienen nada que perder y están realizando eventos fuera de la ley”, reclamó.

 

César Alberto Monreal es de los silbantes más experimentados, con 47 años de trayectoria aún se mantiene activo con una actuación esporádica de un partido a la semana, específicamente, los sábados por la tarde en la Liga de Veteranos que le permitía ganar aproximadamente $300 pesos.

 

Aunque está jubilado y percibe una pensión como ingreso principal, César Alberto vivió la lucha más fuerte de todas tras contagiarse de COVID-19 y mostrar varios síntomas que no fueron lo suficientemente graves como para requerir hospitalización.

 

“Fue muy difícil porque nadie sabe el alcance que tiene este virus, a mí me empezó con calentura, dolor de cabeza, estuve sin fuerza dos o tres días, pero afortunadamente fue todo, no tuve problemas respiratorios ni nada de eso.

 

“La mayoría de los árbitros del colegio son jóvenes y han sabido cuidarse, yo tengo sesenta años y sí me asusté cuando me pegó, pero controlé el miedo, no he sabido de fallecimientos de algún compañero”, detalló.

 

Cambia manera de ver la vida

 

Sonora finalizó el mes de septiembre con la cifra simbólica de más de 33 mil casos confirmados de COVID-19 y su primera fase de descenso, aunque la epidemia continúe, y el semáforo epidemiológico está en color Naranja, el balón está destinado a rodar y los árbitros, tarde o temprano, volverán a las canchas cargados de tarjetas.

 

Las secuelas son intrínsecas de una crisis y también lo son los aprendizajes, ahora César, Germán y Roberto asimilan el pasado para enfrentar el presente, conscientes son que, aunque la vida parezca complicarse, ésta debe seguir.

 

“Empiezas a valorar lo que es la vida y la familia, le pones más atención a la familia y amigos, anteriormente uno no lo toma en cuenta; yo seguiré pitando mientras tenga fuerza y Dios me dé la vida para seguir”, reflexiona César sobre su futuro.

 

“Cuando me tomé un año sabático de mi licenciatura para seguir mi carrera deportiva mucha gente me advirtió que no me dedicara a eso por una posible lesión, la pandemia cayó cuando yo tengo trabajo, me quedo con eso, hice las cosas bien y lo agradezco”, analiza Germán.

 

Quien no volverá a las canchas es Roberto, que antes de la contingencia contempló la opción, pero ahora es una realidad, a sus 52 años, aceptó que tres décadas de servicio fueron suficientes y es momento de ceder el lugar a los jóvenes.

 

“El aprendizaje es que ya sé lavar los trastes”, menciona Roberto de los Reyes entre risas, aunque a escasos segundos la nostalgia lo inundó.

 

“Aprendes a apreciar a la familia, he sabido de muchos amigos muy allegados que fallecieron. Es muy difícil”, lamentó con voz entrecortada.

 

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